sábado, 24 de octubre de 2009

Portugalete, sometimes I hate you

La noche de hoy ha estado llena de casualidades simples. Hemos ido, Estela y una servidora, a los cines Renoir de Deusto para ver New York, I love you. La película cuenta varias historias -de amor, dato que en este caso, no es vinculante- entrelazadas entre sí y con un espacio común, la ciudad que nunca duerme. En este punto, diré que el corto que más me ha llegado ha sido el dirigido por Anthony Minghella y finiquitado por Shekhar Kapur; cabe destacar la actuación de Shia LaBeouf, un actor al que conozco de oídas por protagonizar películas que yo no acostumbro a ver, pero en esta, para se la primera vez que le veo actuar, me ha gustado, y mucho.




Es curioso que Shia LaBeouf fue el nombre que me salió en akinator (un programa que cuenta con una ennorme base de datos a través de la cual adivina el personaje tras realizarte una serie de preguntas simplonas) cuando en realidad yo tenía a Max Minghella, hijo de Anthony Minghella, en mi mente.

Pero dejándo a un lado el film, me centraré en todo lo ocurrido después, no sin antes apuntar el detalle de la primera casualiad. Un chico de origen indio, del que me fijé el viernes en el metro, ese lugar donde pueden pasar cosas fascinantes e increíbles (¿verdad, Estela?), ha venido en el mismo vagón que yo hoy. No es gran cosa, de acuerdo, pero últimamente hay demasiadas referencias en mi vida que me acercan a ese gran país que es la India.



Tras coger el metro de regreso a Portugalete, nos hemos parado en la esquina "de las despedidas". Llamada así porque es ahí donde siempre nos decimos agur. A partir de este momento han empezado a pasar cosas muy raras. Cosas que sólo se ven a altas horas de la noche, donde parece que la vergüenza no existe.

Apunte: He de reconocerlo, me ha dado miedo poner "borracho cayéndose" en google para ilustrar gráficamente lo que voy a relatar en las próximas líneas.

Para emepezar, una mujer de aspecto normal se ha caido frente a nosotras debido a la borrachera que llevaba. La cuestión es que no se ha podido levantar de golpe, y ha disimulado desde el suelo, poníéndose la zapatilla, como si no quisiera levantarse en ese mismo instante por azones ajenas a nosotras, y ha esperado unos minutos para ponerse en pie. Tras hacerlo, ha decidido que no estaba lo suficientemente ebria como para presentarse en casa, por lo que ha entrado en un bar.

Estela, muy acertadamente, ha bautizado la patética escena de la mujer como "cuando un cabritillo acaba de nacer e intenta ponerse de pie". Una comparación sublime, sin duda.




A continuación ha llegado una señora con su vehículo y ha procedido al estacionamiento, pero de una manera muy curiosa. Se conoce que cuando parecía que el coche estaba bien aparcado, la señora, que parecía que a priori pensaba lo mismo, (dato que imagino porque apagaba el motor) hacia una pausa bastante prolongada para a continuación volver a encender el coche y realizar una maniobra más. Esto durante un largo rato. Incluso hablába sóla. Al final lo ha dejado medianamente bien y se ha ido a su casa. Nosotras se lo hemos agradecido.

También hemos sufrido lo que podía haber sido el inicio de una conversación, (finalmente y gracias a dios no ha ido a más) de un extraño, con un acento y una voz que no me esperaba, de la cual no hemos podido deszifrar nada.

Debe ser que todos los borrachos y/o locos de Portugalete están en mi barrio, no lo sé. El caso es que estoy segura de que podríamos haber unido todas estas historias y que la película habría sido un éxito. La localización: un bar. ¿Dónde sino?

2 comentarios:

  1. Me encanta lo del "apunte" jeje. Y si, muchas casualidades, despues de haber estado hablando del señor Minghella ir al cine y ver que la pelicula esta dedicada a el fue un momentazo.

    Nosatras si que hubieramos hecho un peliculon. Solo con Metro Bilbao nos daria para una saga.

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  2. Muy bueno, lo que no te ocurra a ti....!!!Ha estado entretenida la historia a ver si cuentas más!MACA

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